La importancia de la comunicación no verbal en una presentación está fuera de dudas. Los mismos contenidos expuestos por dos personas diferentes con actitudes diferentes en el escenario trasladan mensajes diferentes y son eficazmente diferentes. Normalmente, cuando preparamos una conferencia científica, una charla en un congreso, una exposición de los resultados de un trabajo de campo, tendemos a conceder mucha más importancia a la presentación que estará en pantalla que a nosotros mismos como oradores. Estamos más preocupados de hacer el power point, incluir los datos necesarios para justificar nuestra investigación, encontrar o crear el gráfico que demuestre nuestra teoría, y nos olvidamos de que nuestro poder de convicción, nuestro poder de seducción y nuestro poder de persuasión está en nuestra propia figura. Para que te hagas una idea, el experto en Comunicación no verbal y profesor de Psicología de la UCLA Albert Mehrabian formuló la teoría que explicaba la influencia de los diferentes elementos de la comunicación en la capacidad de conexión del orador con su audiencia, con unos resultados que son muy sorprendentes, pero que son perfectamente comprensibles. Mehrabian concluyó que solo el 7% de nuestra capacidad de conectar con el público procede de nuestro discurso, de lo que decimos, de nuestro mensaje verbal, mientras que el 93% restante corresponde a comunicación no verbal (la voz y el lenguaje corporal). Estas conclusiones son sorprendentes, pero más sorprendente es que sigamos concediendo todo el protagonismo de nuestra presentación a lo que proyectamos en pantalla. Si además, resulta que lo que proyectamos es ineficaz, ni siquiera estamos consiguiendo ese 7% de engagement con nuestro público. Analicemos algunos elementos y veamos algunos consejos para mejorar nuestra comunicación no verbal.
Contenidos de este artículo:
La voz
La voz es un elemento nuestro del que no somos conscientes. Nuestra propia voz nos resulta extraña cuando la escuchamos grabada. Para cuidarla antes de una presentación o una exposición los expertos recomiendan:- beber agua no muy fría para mantener las cuerdas vocales hidratadas y evitar contrastes de temperatura y humedad,
- evitar alimentos que puedan dañar las cuerdas vocales como helados, bebidas muy calientes, comidas pesadas, tabaco y alcohol,
- evitar el esfuerzo de la voz, hablar en exceso, gritar (intentar hablar lo menos posible antes de la presentación) y
Las pausas
Los silencios en nuestra exposición tienen un significado para nosotros y para nuestro público, por tanto hay que hacerlos y hacerlos bien. Los silencios y las pausas en medio de un diálogo suele crear momentos de tensión. De hecho, el silencio es uno de los recursos más difíciles de manejar. Sin embargo, un uso adecuado de las pausas permitirá conseguir los siguientes efectos:
- crear expectativa y facilitar la asimilación,
- enfatizar y reforzar contenidos,
- dar y darnos tiempo para pensar,
- mostrar reflexión, confianza, tranquilidad y
- conseguir un efecto dramático
La mirada
La forma en que miramos a nuestra audiencia es fundamental para establecer una relación entre el público y el orador. Como indica Javier Reyero en su libro “Hablar para convencer” hay que superar el terror que supone la mirada escrutadora de la audiencia. Por eso, Timothy J. Koegel en su libro “The exceptional presenter” propone la siguiente pauta de entrenamiento para mejorar nuestro contacto visual:
- Practicar el contacto visual en todas las conversaciones manteniendo la mirada durante 3-4 segundos.
- Cuando la presión es alta no romper el contacto visual. Las miradas huidizas denotan incertidumbre e inseguridad.
- Observar lo que hacen otras personas cuando están bajo presión, fijarse en lo que hace su mirada ¿apunta hacia el cielo o el techo? ¿qué se percibe en sus ojos: equilibro, pánico?
- Cuando hables con un grupo de personas comparte el contacto visual con todos ellos.
- Practica el contacto visual con cada apretón de manos. Estate presente y totalmente conectado.
La postura
Durante muchos años los conferenciantes, fueran del tipo que fueran, se pertrechaban detrás de una mesa o de un atril y allí estaban toda la conferencia. Esta práctica es, por supuesto, un método de obtener seguridad gracias a los elementos que nos separan de nuestra audiencia. Pero en la actualidad, los buenos oradores pasean por el escenario y nunca miran a la pantalla donde se proyectan sus ideas (entre otras cosas porque disponen de monitores en los que pueden ver lo que aparece en la pantalla). Javier Reyero recopila un decálogo sobre el movimiento del orador:
- No moverse de forma espasmódica.
- Moverse con suavidad.
- Evitar cualquier brusquedad.
- Combinar movimientos laterales con movimientos hacia delante y hacia atrás.
- Cuando se acabe un movimiento volver a la posición de reposo.
- Cuando uno se mueve tiene que seguir hablando.
- Si el movimiento de las manos es brusco, evitar hacerlo durante el movimiento.
- Es más fácil desplazarse hacia delante que volver sobre los propios pasos.
- Intente no dar la espalda a la audiencia y si tiene que hacerlo hágalo por pocos segundos.
- No memorice o mecanice sus movimientos.
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